La armonía fue trágica. El 2 de marzo de 1962, en Hershey, a dos horas por carretera desde el centro de Filadelfia, dos equipos, Warriors y Knicks jugaban un partido intrascendente de la temporada regular. No decidía gran cosa. Apenas cuatro mil espectadores poblaban la grada. No había cámaras de televisión y sólo un fotógrafo, Paul Vathis, de AP, había ido al encuentro. Lo hizo con su hijo, tal era su tensión ante lo insustancial del trabajo que tenía por delante. Aquella jornada, ahora recordada porque cumple cincuenta años, Wilt Chamberlain metió 100 puntos, récord de anotación en la NBA. Es un milagro bastante conocido que ahora pasaría por leyenda urbana. La ironía grotesca es que pocos pudieron verlo.
Harvey Pollack estuvo allí. Llevaba la estadística de los partidos de Philadelphia, como había hecho toda la vida desde que llegó a trabajar a la Liga, justo desde su fundación en 1946. Anotó canasta tras canasta y luego firmó la hoja. En el vestuario, después de acabar el encuentro tras la invasión de los aficionados que se expresaron así ante el prodigio, vio a Vathis apuntando a Chamberlain. El center estaba sentado en un pequeño banquillo. El fotógrafo no sabía que hacer. ¿Cómo inmortalizar un hecho memorable? Pollack cogió una cartulina blanca y escribió 100. Wilt posó. Vathis hizo click. El resto forma parte de la leyenda de este campeonato.
Pollack aún trabaja para el departamento de estadísticas de los Sixers. Cumplirá 90 años en marzo. Su dedicación a la NBA es extraordinaria desde que el campeonato profesional arrancó en los años 40. Nadie lleva más tiempo como empleado en esta Liga. Siempre lo fue. Sus libros de estadísticas, algunas inventadas como las del número de jugadores con más ceros (ningún acierto) en su 'box score', son famosos. Entrenadores y jugadores rivales le preguntaban por sus recuentos. La propia Liga recurría a él para dirimir un empate, como en la temporada 74-75, cuando Dave Cowens (Celtics) y Wes Unseld (Bullets) pugnaban por el liderato en rebotes. Era la ley del 'play by play'. Nunca se equivocaba.La foto sirve para confirmar que aquello, por inimaginable, ocurrió. El meticuloso Pollack levantó acta del prodigio y su gesto, y su trabajo de tantos años a la hora de llevar la hoja de anotaciones, sirve para valorar el de todos aquellos que sin meter canastas dan vida al baloncesto, gente meticulosa que articula este bendito deporte gobernado por cientos de números.
Pollack empezó a apuntar los tapones y la NBA incorporó después esta medición a sus estadísticas. También fue el primero en separar los rebotes ofensivos de los defensivos. Algunos le atribuyen la invención del 'triple-doble' y en ese sentido, sostiene que aquello era muy poco para Wilt, que el recordman de la Liga llegó a hacer 'quíntuples-dobles', proezas fantasmas en una época donde sólo las contaba él, pero que se quedaban en nada al no estar homologadas.
Aún se le puede ver en algunos de los partidos de los Sixers. Recuerda que sólo cayó en la cuenta de los puntos que llevaba Chamberlain al final del tercer cuarto. El pívot había anotado 69. No fue un descuido. Pollack tenía coartada. En aquella temporada, la 61-62, esta cifra no era muy sorprendente. El '13' promedió 50 tantos por noche y pasó de 60 en quince ocasiones. En el siglo XXI sólo se ha superado cinco veces la barrera de los 60: Kobe (cuatro partidos) y en una ocasión Tracy McGrady. Es una manera de medir la hazaña de Chamberlain, una gesta propia de un reino de fantasía entre dos canastas, un paraje que podía ser inventado y no lo es gracias al oficio de Harvey Pollack.
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